Tras el largo viaje, baja del taxi estirando piernas y brazos para desentumecerse. Con sólo una mirada consigue que los botones vayan hasta la parte trasera del vehículo y bajen todas sus maletas, que no son pocas. Entra al hotel que sus padres han decidido costearle, para pedir una habitación decente, seguida por sus maletas. Se acerca a la recepción y espera a que uno de los encargados la atienda para pedir dormitorio, haciendo sonar el timbre ese típico que tienen en todos los hoteles. La libertad total le está sentando muy bien a Sophia, saber que puede hacer lo que le dé en gana es realmente divertido. Mientras espera, juega con un mechón de su pelo, que a la luz de las lámparas parece casi blanco.